Hace unos días, el director Richard Kelly anunciaba que iba a realizar su versión 3.0 de ‘Southland Tales’, su obra maldita e incompleta, que constaría de los tres primeros capítulos en forma de precuela y una edición extendida de la película que añadiría animación y metraje inédito a esta distopía sobre el fin del mundo. Se estrenó en 2006, con resultados desastrosos a nivel comercial y crítico.
No es el primer caso de una joven promesa del cine que se estrella en su segunda película tras un prometedor debut. De hecho, en EE.UU. utilizan el término Sophomore Slump para definir esos desastres tempranos en directores talentosos que comenzaron con grandes debuts. Los casos funcionan igual, películas con repercusión importante y muchos medios hablando de una nueva voz de cine prematuramente, creando una gran presión sobre el siguiente trabajo del joven prodigio.
Esto ha pasado con muchos que tropezaron, algunos han sobrevivido y otros no tienen tanta suerte y quedan con carreras asfixiadas por el peso de un gran fracaso. Casos como el de George A. Romero y su ‘There’s Always Vanilla’ (1971), Vincent Gallo y ‘The Brown Bunny’ (2003), Neill Blomkamp con ‘Elysium’ (2013), Vigalondo y su ‘Extraterrestre’ (2011) o recientemente David Robert Mitchell con ‘Lo que esconde Silver Lake’ (Under the Silver Lake, 2018) resuenan en la memoria, pero incluso Dennis Hooper o John Huston lo han sufrido en sus carnes.
Cuando el talento se come al artista
Algunas de esas obras son más reivindicables que otras, algunas incluso superiores a sus cacareados debuts, pero en el caso de Richard Kelly hay un elemento de grandilocuencia que pocos estuvieron dispuestos a perdonar en el momento. Lo curioso es que ‘Donnie Darko’ (2001) no fue precisamente un éxito de taquilla, pero los críticos la elogiaron y se convirtió en objeto de un culto que no cesa con el paso de los años. Normal que se considerase a Kelly como el gran talento a seguir durante la década de los 2000. Sin embargo, tardó cinco años en reaparecer.
Su regreso fue, como no podía ser de otra forma, con una muy ambiciosa cinta de ciencia ficción que trataba de retratar la Norteamérica post-11 de septiembre, con un Los Ángeles aternativo en el filo del apocalipsis. Un hype inicial alimentado por los primeros efectos del marketing en internet se desplomó en una proyección desastrosa en el Festival de Cine de Cannes, lo que hizo dar marcha atrás a Sony y Universal Studios, que se encontraron con un proyecto envenenado que no supieron cómo salvar.
La primera reacción fue obligar al director a recortar las casi tres horas de ‘Southland Tales’ en algo más estrenable, pero no sirvió más que para codificar una trama ya de por sí obtusa, y acabaron haciendo un humillante estreno limitado que dio 374.000 dólares de un presupuesto que se estimaba en casi 18 millones, pero que viendo la película y su reparto puede ser mucho más. Un desastre que casi acabó con la carrera de Kelly, aunque tres años más tarde tuvo otra oportunidad con ‘The Box’ (2009), esta sí, que terminó de enterrarle profesionalmente.
El tiempo suele tratar bien los trabajos de los grandes talentos, por ello, 15 años más tarde es curioso retomar el film y analizarlo desde una perspectiva lejos de la ferocidad que surge en los momentos de estreno, cuando la popularidad del personaje, las pasiones y decepciones, se entremezclan con la obra, lo que ofrece y lo que vale por sí misma. Muchos la consideran una obra maestra incomprendida, un film único que retrata muy bien un sentimiento de decadencia de la sociedad, visionaria incluso para lo que vivimos a día de hoy.
Experiencia multimedia
También hoy sabemos que tiene asociada una precuela de novelas gráficas que hacen que su visionado sea menos extraño y caótico. Realmente, la cantidad de personajes in media res pueden despistar, es fácil no entender sus motivaciones ni comportamientos, y los cómics ayudan un poco a ubicar todo y tener ciertos cimientos de la sociedad y dilemas que presenta la película, llenando algunos huecos argumentales, aunque también reiterando cosas que sabemos y utilizando muchas páginas para contar cosas que no tienen continuidad.
Así, ‘Southland Tales: The Prequel Saga’ (2006), que se supone serán los seis capítulos previos de la historia que adapta la nueva película de Kelly, sirve de equivalente al esquizofrénico prólogo de cinco minutos de la película, una cantidad de información que conviene asimilar antes de afrontar el visionado de lo que componen los tres últimos capítulos. No hacen a film necesariamente mejor, pero desde luego demuestra que hay un trabajo de construcción de un mundo menos casual y caprichoso, con reglas políticas más claras.
Lo primero que llama la atención es el reparto, con un emergente Dwayne Johnson, y dos consagrados, Sarah Michelle Gellar y Sean William Scott rompiendo su imagen arquetípica de films adolescentes previos, junto a grandes como John Larroquette o Christopher Lambert Teniendo en cuenta que ni siquiera pudieron promocionar la película, debido a la huelga de guionistas de 2007, su tirón tampoco ayudó a que nadie viera ‘Southland Tales’, pero es gracias a ellos que la película mantiene el interés y se puede seguir pese a su densa estructura.
El efecto tuenti
También hay actores que volarían más alto, como Amy Poehler o incluso Justin Timberlake —tuvo sus momentos en la comedia SNL— y en general, el aspecto es el de una producción con cierta entidad, aunque no esté plagada de escenas de acción y los efectos especiales estén colocados solo en momentos particulares. De hecho, ocurre que visualmente se queda un tanto anticuado, en cuanto a que representa mucho las formas de la época, reflejándose en su diseño como un producto muy de los años 2000.
Pese que el videoclip de Timberlake y The Killers es ya icónico por derecho propio, se percibe hoy una falsa modernidad que alterna temas atemporales como los de The Pixies, Louis Amstrong, The Shakers, otros menos, como los de Moby, y otros muy anacrónicos como el de Black Rebel Motorcycle Club, que hace añorar la magnífica OST de ‘Donnie Darko’, en la que no se notaba ninguna necesidad de ubicarlo el lado cool de su momento, dando un efecto casual equivalente de algunos films actuales de Danny Boyle o Alex Garland, con cierto aroma de señor Burns llegando a la fiesta rave.
Esto, junto a la representación de los temores posteriores y referencias constantes la Ley Patríotica del 11 de septiembre o el sobreuso de la sátira a los realities que ya hemos asimilado, la revelan como producto de su tiempo que no ha envejecido tan bien como pudiera hacer creer el hecho de que sea un film de culto. El diseño de vestuario y el planteamiento de casi ficción tangible dejan ver muchos tics de moda de la época y no deja de tener un tufillo a bromita interna constante propia de un cineasta veinteañero con ganas de destacar.
Un retrato de lo que seríamos
‘Southland Tales’ no está exactamente adelantada a su tiempo, aunque hoy sí que podría funcionar como una miniserie que creara cierta obsesión, por la cantidad de cosas que cuenta tanto dentro como fuera de la película. Desde luego, habría funcionado mejor en un momento en el que el mundo estuviera lleno de vídeos de youtube explicando sus tramas, subtramas y mitología de fondo que nunca fue filmada, pero que la conectan con la obsesión por los universos compartidos y films con un mundo propio que hoy son tendencia.
Su ángulo satírico no siempre da en la diana, pero los segmentos de noticias son tan irónicos y predictivos como los de Paul Verhoeven en ‘Starship Troopers’ (1997), e ideas como la estrella porno interpretada por Gellar, con su propio reality show para hablar de valores feministas, pardiaba a Paris Hilton, pero no está muy lejos de lo que vemos con Amarna Miller. El hecho de que en tenga un imperio de música, y anuncios de su propia bebida energética recuerdan mucho a lo que ha acabado pasando con las Kardashians y, sin ir más lejos, a cómo alguien como Donald Trump (o Joe Exotic) tiene una oportunidad legítima de ser elegido Presidente de los Estados Unidos.
El grupo radical de activistas neomarxistas hoy sería visto como una caricatura de veganos, ecologistas y activistas de sofá que probablemente metieran a Kelly en un buen lío en las interminables diatribas woke, o no, que se formarían en redes sociales. Y al final, el formato de internet controladísima que propone el orwelliano USident, no es muy diferente a lo que google y Facebook hacen con nuestros datos, a un momento en el que la privacidad online es muy diferente a cómo era en 2006.
La clave del Nuevo Testamento
Con el gobierno a una llamada a las proveedoras de adsl y datos para conseguir lo que quieran saber, también predijo de forma intuitiva nuestra fijación por el mundo virtual y las pantallas. Representadas en ‘Southland Tales’ por pcs y portátiles, la presencia de monitores con información está tan integrada en el lenguaje narrativo que parece estar advirtiendo de una invasión de interfaces de tablets y smartphones que hemos incorporado a nuestro día a día, con lo que el product placement que deja ver como broma es más o menos la realidad.
Kelly absorbe muy bien las sensaciones de nuevo milenio y representa el 11-S como una bomba que cambia los Estados Unidos y su distopía va hablando del próximo fin de mundo, con un tono de fin de ciclo con bastante sentido, cuando en 2008 la crisis se llevó todo por delante. También aparece el dilema de las renovables en forma de una energía creada por una especie de Elon Musk que resulta ser el equivalente del Anticristo, porque, además de todo ello, ‘Southland Tales’ es una adaptación del libro de las revelaciones.
Todo el film está lleno de detalles, símbolos y equivalencias al apocalipsis según San Juan, lo que hace que podamos volverla a ver con una nueva capa de significado, porque los paralelismos aparecen aquí y allá a lo largo de sus dos horas y media. Esto, además de las muchas interpretaciones y explicaciones del film, que pueden leerse en foros y entrevistas al director, hacen de la obra un abismo para saciar la curiosidad al que se puede volver una y otra vez, con nuevas informaciones que aclaran más y más su extraño puzzle.
El multiverso compartido de Richard Kelly
Estas cosas, además, se pueden convertir en obsesión si atendemos a las declaraciones del director en algunas de sus entrevistas, en las que relaciona el universo de ‘Donnie Darko’ con el de ‘Southland Tales’ y ‘The Box’:
“Diría que son universos tangentes. Creo que están conectados como un multiverso, pero definitivamente, creo que hay una conexión temática y definitivamente hay una mitología de ciencia ficción para conectarlos a todos”.
Esto da pie a muchas teorías fans que conectan el final de ‘Southland Tales’, que estaría ocurriendo simultáneamente en una dimensión paralela al de ‘Donnie Darko’, con el famoso fin del mundo de aquella, que dejaría de tener un significado para Donnie y tener que ver con lo que ocurre en el lado alternativo, con lo que los hechos podrían ser un punto de contacto entre ambas. También tiene conexiones con ‘Alicia en el país de las maravillas’, como el conejo de ‘Donnie Darko’ y se basan en conceptos de ciencia ficción de Philip K. Dick, aunque mientras una es un coming of age, a otra es una gran sátira política. De cualquier forma, es otro factor que elonga la vida de un proyecto incompleto.
Pero, más allá de lo interesante de consultar, regresar a ella, leer y volver a comentarla, la película de Kelly exige demasiado y la recompensa final no es suficiente. Hay una exposición constante de detalles, idas y venidas de un aluvión ininterrumpido de personajes que no acaban teniendo una resolución satisfactoria. En este aspecto, el montaje final de ‘Donnie Darko’ se encargaba de ir cerrando los arcos de cada uno, con un sencillo encadenado, pero aquí la sensación es la de que muchos importaban muy poco.
Una nueva oportunidad
Todo es caos, todo es excéntrico, todo es ligeramente cómico pero nunca acaba de ser realmente gracioso. Hay un giro en la trama flojito que no acaba de conectar todos los elementos del mundo que Kelly construye, resultando una experiencia agotadora que no deja realmente ganas de empezar la exploración de textos y materiales para encontrarle sentido. Es como una presentación de un tema ligeramente interesante del que puedes leer más, pero que no acaba de merecer la pena el esfuerzo por ninguna razón particular.
No es tanto un horror como un accidente, Kelly tiene una visión complejísima y completa de lo que quiere representar en pantalla, pero las ideas le salen a mayor velocidad que los fotogramas por frame. Para empeorar las cosas, tiene momentos irritantes, autocomplacientes, que buscan provocar o ser icónicos de alguna forma y acaban siendo demasiado cargantes. ¿Puede solucionar esto un montaje extendido, una restauración o una precuela?
La noticia de la precuela implica una metanarrativa puesto que adaptaría dentro el libreto de ‘The Power’, la película que se supone que es el futuro lejano, o más allá en el futuro, por lo que también serviría como secuela, sabiendo que existen saltos temporales y que dicho guion es una visión. Probablemente, ‘Southland Tales 3.0’ no acabe de solucionar grandes problemas del montaje original, pero la curiosidad por el proyecto vuelve a atraernos como un campo gravitatorio invisible que nos hace querer saber más y, bien, esa es la magia del film maldito de Richard Kelly.
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La noticia 'Southland Tales': el visionario y épico desastre que derrumbó la carrera del director de 'Donnie Darko' fue publicada originalmente en Espinof por Jorge Loser .
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De: Espinof
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Autor/Editor: Jorge Loser
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Fecha: April 16, 2020 at 12:12PM
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