'Dune', 'Las aventuras de Buckaroo Banzai' o 'Starfighter: La aventura comienza' eran algunos de los títulos de ciencia ficción que vieron la luz en 1984. Un año antes se acababa la trilogía original de 'Star Wars'. Un año después lo haría la de las desventuras del 'Mad Max' de George Miller.
En esas estaba el género cuando James Cameron cambió el destino del mismo con 'Terminator' y, de paso, también el del cine. Por el camino también sepultó carreras, hundió estudios y fue desintegrándose creativamente hasta haber perdido el horizonte.
Terminator: Xenogenesis
Tres años después de su carta de presentación en formato corto y titulada 'Xenogenesis', James Cameron comenzaría a sufrir en sus propias carnes las dentelladas del séptimo arte mientras era despedido del rodaje de 'Piraña 2: los vampiros del mar', coproducción italo-americana de la que el director reniega toda con su energía.
No teníamos la misma película en la cabeza. El productor (Ovidio G. Assonitis) quería imponerme sus ideas. Y todas eran malas. Pensé que mi carrera en el cine se había terminado antes de empezar. Ni siquiera la considero como una película mía.
Pero no todo estaba perdido. Estando en Roma, tratando de solucionar el montaje de la película en vano, Cameron enfermó. En una noche de fiebres, delirios y pesadillas, el cineasta se encontró con una imagen en la cabeza. Un esqueleto de metal surgía de una explosión con intenciones de acabar con su vida. Mientras terminaba su relación con la película de los peces asesinos, intentó sin éxito retirar su nombre de la misma, algo que no logró.
Con la imagen indeleble de aquel pedazo de metal con sed de sangre, James Cameron comenzó a sentar las bases de la película que cambiaría su vida para siempre. Durmiendo de prestado y comiendo con los cupones de descuento para McDonald's que recibía de su madre, Cameron se puso a mover la historia de un cíborg llegado del futuro. Por entonces no encontró más que rechazos. El primero, el de su agente.
Me dijo que era imposible, que perdía el tiempo con un proyecto como 'The Terminator', pero aún así me puse a trabajar con el guión.
Afortunadamente, su cabezonería encajaba a la perfección con aquellos primeros años ochenta, que buscaban nuevos y atrevidos realizadores y talentos como el de John Carpenter, del que aún sonaba con fuerza 'La noche de Halloween'.
En aquella época todos los jóvenes aspirantes a director, todos los debutantes, tenían en mente un único objetivo: conseguir el prestigio que Carpenter logró con 'Halloween'. Todos admirábamos su talento, y de algún modo yo tenía un proyecto con mucho en común: una mujer en peligro perseguida por un depredador indestructible.
En este caso, el mérito de Cameron era enorme. Cuando lo fácil, lo que hacían todos los demás, era repetir la fórmula calcando el éxito anterior, el director decidió trabajar con una base de literatura de ciencia ficción e intentar ser lo más original posible. Theodore Sturgeon, Ray Bradbury, Isaac Asimov o A.E. van Gogt fueron, según Cameron, sus fuentes de inspiración. De un tratamiento inicial de 42 páginas pasó a 122, escribiendo el 99% del material. El 1% restante se lo atribuye a William Wisher, viejo amigo y protagonista de su cortometraje de 1978.
Con una calculadora en la cabeza y tomando riesgos a la hora de rodar en exteriores sin permisos, James Cameron redefinió al personaje principal (el robot) cuando consiguió que la estrella de 'Conan' formase parte del proyecto. El cineasta y su co-guionista y productora, Gale Anne Hurd apenas tuvieron que sobreponerse a la rotura de un tobillo de Linda Hamilton a dos semanas de comenzar el rodaje y a una dolorosa acusación de plagio por parte de Harlan Ellison, que alegaba que el material original pertenecía a 'Demon with a Glass Hand', uno de sus episodios para 'Más allá del límite'.
Algo habría si ambas partes llegaron a un acuerdo, pagando una compensación y añadiendo en los créditos de la película (en formato doméstico, en cines ya estaba explotada) “con un reconocimiento a la obra de Harlan Ellison”. El acuerdo no permitía a las partes implicadas revelar ningún detalle, pero se habla de un arreglo de cerca de medio millón de dólares. Poco daño para una película de seis millones de dólares que recaudó casi ochenta y revolucionó la ciencia ficción para siempre.
'Terminator' fue, es y será un mito. Una película legendaria que ponía en órbita a un tipo con un talento fuera de lo común y una ambición acorde a ello. Al igual que con el inicio de la saga 'Mad Max', esta historia empieza con una película de terror, un slasher cibernético y un pellizco de paradoja que aún se explotará hasta el infinito. Un violento golpe en la mesa de una mano cibernético.
Hasta el último centavo, baby
A veces, sucede. Una gran película de género, en ocasiones, tiene una secuela a la altura de las circunstancias. La tuvo 'La guerra de las galaxias', la tuvo 'En busca del arca perdida' y 'Terminator 2: El juicio final', fue esa secuela. Y de ese tipo de continuación más larga, más grande (y con distintos cortes), James Cameron sabe mucho. No olvidemos que es el responsable de 'Aliens: el regreso'.
Fue Arnold Schwarzenegger quien me empujó para para hacer la película. Quería volver a interpretar al personaje lo antes posible. En un principio había pensado en un personaje femenino para el nuevo terminator, pero al final repetimos dándole la vuelta a su personaje.
Con Hemdale, la productora detrás de la película original, en bancarrota, Carolco se llevó los derechos de la propiedad tras mediar la estrella de la función, que acababa de reventar las cabezas y las taquillas del mundo con 'Desafío Total'. Cinco millones de dólares por los derechos más otros cinco adicionales para la compañía de Gale Anne Hurd, Pacific Western. Mario Kassar y Andrew G. Vajna se hacían con Terminator al igual que se habían hecho con Rambo.
Cameron venía de pasarlo regular durante el rodaje de 'Abyss', que no fue precisamente un baño relajante. Pero si algo aprendió allí fue que los efectos especiales iban a permitir llevar sus sueños terminales hasta donde nadie habría imaginado.
El T-1000 era un sueño imposible en 1984, pero rodando 'Abyss' fuimos testigos de lo que era capaz de lograr la gente de Industrial Light & Magic. Era el momento de dar un paso al frente.
El director y guionista (de nuevo con William Wisher) no estaba muy contento con su labor en la secuela de 'Acorralado', donde siempre ha mantenido que los valores morales de la película no eran los suyos, así que pudo redimirse gracias al personaje de John Connor, interpretado por Edward Furlong.
Durante la escritura, William y yo insistimos en la evolución de Terminator, de su código moral y de conducta, dictado por el personaje de John Connor. Del otro lado, mientras tanto, íbamos convirtiendo a Sarah Connor en otra especie diferente de Terminator con sus propios ideales.
Con 94 millones de dólares de presupuesto, quince veces el de la original, (la estrella de la película se embolsó 14), se convirtió en la película más cara de la historia del cine, pero el mayor logro de todos, algo que ya es prácticamente imposible de conseguir (aunque Adam Green lo consiguió con la última entrega de su saga 'Hatchet'), fue mantener la película, el rodaje y la información sobre ella bajo el mayor de los secretos.
Cada dólar fue invertido con criterio, y no siempre en términos de efectos digitales de post-producción. Jeff Dawn, ganador del Oscar por el maquillaje de la película (junto a Stan Winston) afirmaba lo siguiente:
Dependiendo de la etapa de degeneración del Terminator, las sesiones de maquillaje pasaron de hora y media a seis horas. Cuando finalizamos el rodaje calculamos que Arnold había pasado una semana completa, con sus siete días de 24 horas, sentado en el cuarto de maquillaje.
'Terminator 2: el juicio final' se estrenó en 2.274 salas de Estados Unidos y recaudó más de 500 millones de dólares en todo el mundo. Las ventas de VHS y dvd funcionaron como nunca antes, y a pesar de que Carolco tanteó a Cameron para la tercera entrega, el director estaba más centrado en su sueño imposible de Spider-Man.
La secuela de 'Terminator' es un clásico del cine guste o no. Un título que pasó a la historia antes de su estreno y que sigue ganando el respeto del público con cada reestreno o reconversión de formato. Una película que está en constante movimiento, aunque puede que también demasiado pagada de sí misma. Pero para eso era la más cara. Así es como más cómodo se siente su responsable, que se encontraba a punto de separar su camino del metal durante una larga temporada.
Under the Skin
Doce años después de la segunda entrega, toda una eternidad para el espectador, con un presupuesto descomunal, sin James Cameron y con una estrella a punto de dedicarse a la política, 'Terminator 3: la rebelión de las máquinas', lo tenía todo en contra. El talento y oficio de un cineasta puro como Jonathan Mostow, en el mejor momento de su carrera, logró que la cosa saliera más que bien.
Arnold Schwarzenegger intentó durante meses que Cameron tomase las riendas del proyecto, pero el canadiense estaba convencido de que no quería saber nada de una tercera entrega de 'Terminator'. A pesar de todo, su héroe sabía que tarde o temprano se pondrían manos a la obra.
Desde que estrenamos la segunda parte, todo el mundo, toda la gente que me encontraba por ahí me preguntaba lo mismo: "¿Cuándo haréis otra?". Es una pregunta que me han repetido siempre. Creo que 'Terminator 3' se debe a la presión y al deseo de los fans durante todos esos años. Algo que no es lo más habitual en una industria que solo quiere beneficios sin importar el deseo del respetable.
Cameron, que no quiso saber nada del proyecto, insistió a su amigo en olvidar los dilemas morales y conseguir todo el dinero posible con la película. Y es que Arnold Schwarzenegger se embolsó más de 29 millones de dólares por su última participación en una película antes de dedicarse unos años a la política. Entre los estudios participantes en la producción, 'Terminator 3: la rebelión de las máquinas", fue, de nuevo, la película más cara de la historia del cine con 175 millones de presupuesto.
No hago las películas por dinero. Cuando llegó la oferta fue la que presentaron, y lógicamente, la acepté.
Por su parte, Mario Kassar, eterno productor, tenia claro donde estaba el problema con Cameron:
James Cameron declinó hacer la película porque quería tener el control absoluto, de la la A a la Z y además quería hacer la película con Fox, que había estado detrás de 'Abyss', 'Aliens', 'Mentiras arriesgadas' y 'Titanic'. Se tomó 'Terminator 3' como un proyecto contra él, como algo personal. Nada de eso ha sido así.
Con el no de James Cameron, algunos de los nombres que salieron a la palestra fueron los de Ridley Scott, David Fincher, John McTiernan, Roland Emmerich, Christian Duguay, Ang Lee o John Woo. Jonathan Mostow, que venía de ganarse un prestigio merecido con 'Breakdown' y 'U-571', aceptó después de pensarlo mucho, porque lo que habían hecho antes era muy bueno, y de dos ofertas irresistibles: cinco millones de dólares y el control de la producción.
Las ausencias de Linda Hamilton (afirmaba ser incorruptible económicamente hablando y no estar interesada en la evolución de su personaje) y Edward Furlong (rehabilitaciones varias), unidas a la de Cameron, hicieron que las redes sociales dejasen muy clara su postura sobre la elección del nuevo director.
El anuncio oficial de mi participación en la película no fue precisamente una celebración. La gente pedía el regreso de Cameron y me tacharon de incapaz o traidor. En esa situación lo único que podía hacer era guardar silencio y concentrarme en hacer la mejor película posible sin repetir la fórmula. Decidí hacer algo más clásico y eficaz. Además, trabajar con Arnold Schwarzenegger fue fácil. Es un grandísimo profesional que me ayudó en todo momento.
Puede que la elección de Kristanna Loken (y del resto del reparto, seamos honestos) no fuera la más acertada, pero podría haber sido peor si tenemos en cuenta que Vin Diesel o Shaquille O'Neal postularon para villano.
'Terminator 3: La rebelión de las máquinas', habría sido un cierre fabuloso para una trilogía espléndida. La trilogía de lo inútil, del esfuerzo en vano. La trilogía del auténtico destino oscuro. La película de Jonathan Mostow está llena de buenísimas ideas, y todas se aprecian nítidamente en la pantalla.
Más allá del mejor final de esta trilogía (y de la que estaba por venir), la idea del héroe como bola de demolición (ese plano con ambulancia aún quita el hipo) es icónica. El destino inevitable quiso que la fatalidad no acabase aquí, y la franquicia se empeñó en seguir explotando un filón que debería haber sido exterminado con el exquisito buen gusto y los sentidos de la diversión y la maravilla expuestos en una película a la altura de las circunstancias. Por cierto, al final a James Cameron no le pareció del todo mal.
Sálvese quien pueda
Me gustaría poner 'Terminator 3' entre paréntesis. Creo que la película iba demasiado lejos con su tono burlesco. El club de striptease, el bailarín homosexual, las gafas de Elton John... era demasiado.
Aunque James Cameron ya había entreabierto el cajón de los odios durante la entrega anterior, estas declaraciones de McG no dejaban en buen lugar el trabajo de su colega Jonathan Mostow. Parece mentira que sea el mismo director que nos maravilló con sus dos películas de 'Los ángeles de Charlie', ¿verdad?
Después de las quiebras de Hemdale, Carolco o C2, aún había valientes dispuestos a financiar un nuevo suicidio comercial episodio de una franquicia que comenzaba a vagar sin rumbo fijo. The Halcyon Company, junto a Columbia, puso en marcha un proyecto que buscó ante todo la bendición del padre de la criatura, James Cameron.
Viajamos a Nueva Zelanda, donde estaba rodando 'Avatar'. En mi cabeza era lógico que pudiera pensar "el tío de las películas esas de Charlie encargándose de Terminator 4 es un error", pero lo cierto es que me habló de cómo enfrentó las críticas cuando llegó al set de 'Aliens' a continuar el trabajo de Ridley Scott. Luego me dijo que preferiría que hiciese un buen Terminator y no uno malo. Le deseé lo mismo con 'Avatar'. Nos reímos y nos despedimos.
El director tuvo claro desde el principio que la película necesitaba destacar, ante todo, a través de la imagen. Sería la primera película de la saga sin viaje temporal y que se desarrollaba en el mundo donde Skynet está aniquilando a la humanidad. Para eso el director decidió eliminar parte del color de la película para así evocar a la desolación total de la manera más directa posible. El cineasta intercambió ideas con expertos en la fusión nuclear de Chernobyl y acentuó la sensación de tristeza post-apocalíptica utilizando viejos restos de serie de película de Kodak que además calentó al sol para dañar deliberadamente la película.
Quería dar un aspecto gastado y sucio al metal de las máquinas, un poco como los viejos tanques de la Unión Soviética.
Lo cierto es que 'Terminator Salvation', la cuarta entrega de la saga, consigue provocar ese desasosiego en el espectador. Es la más fría y descorazonadora de la saga, un engranaje oxidado por la sangre por el que es difícil sentir empatía. Y es que la película se aleja a toda velocidad de la fantasía de las anteriores entregas. También de un mínimo de carisma.
Antes de empezar a rodar, el director pidió a su equipo que leyeran 'La carretera', de Cormac McCarthy. Además, Sam Worthington recibió un ejemplar de la novela de Philip K. Dick que dio pie a 'Blade Runner'. Entre eso y las visitas a refugios nucleares reales de la vieja Europa buscando inspiración, la "salvación" parecía estar en marcha.
No solo su (co) protagonista es elemento común con las revolucionarias epopeyas de ciencia ficción de James Cameron. Martin Laing se encarga del diseño de ambas películas y Conrad Buff IV, editor de 'Titanic', 'Abyss' o 'Terminator 2: El juicio final', se ocupa del montaje de Salvation.
Ya entrados en el reparto, el imprevisible Christian Bale (que pregunten a Shane Hurlbut), se mete en la piel de un John Connor más intenso de lo habitual (que pregunten a Shane Hurlbut) y siempre dispuesto a ir más allá. Sam Worthington se quedó con un papel que en principio iba a ir a parar a Josh Brolin y Bryce Dallas Howard con uno pensado para Charlotte Gainsbourg, que decidió quedarse con el 'Anticristo' de Lars von Trier. Leyendas como Michael Ironside aportan su granito de arena y el tristemente desaparecido Anton Yelchin hace lo que puede con un Kyle Reese que no era para él.
La salvación no llegó finalmente. La frialdad que sus responsables buscaban para la imagen se apoderó del relato y contaminó el resultado final. Una lástima y una oportunidad perdida puesto que en su tramo final, con el "cameo" legendario, subía el nivel. Los planes de McG (y de su protagonista) eran crear una trilogía que nunca llegó. La película no funcionó como esperaban, recaudando menos que la película de Mostow, y las críticas fueron despiadadas. Por supuesto, The Halcyon Company también quebró.
La paradoja asesina
Con la alerta naranja reventando los tímpanos, tocaba volver a la vieja historia de siempre. En concreto, a la vieja historia de siempre. Pero con gracia. 50% homenaje, 25% remake y 25% jugueteo, 'Terminator: Génesis', sorprendentemente, funcionaba mejor de lo esperado. Lo que no quiere decir que todo fuera sencillo o que el resultado final fuera especialmente satisfactorio para nadie.
No guardo un buen recuerdo del rodaje de la película. Fue duro, frustrante y caótico. He trabajado mucho con Alan Taylor, pero aquí no era él mismo. La película le devoró. Nos devoró a todos.
Así se las gasta Emilia Clarke cuando recuerda el set de una película que, aún funcionando peor en terreno norteamericano, recaudó cerca de 70 millones de dólares más que la anterior.
Con Schwarzenegger ya de vuelta al mundo del cine, la estrella no tardó en confirmar su canosa participación en la película. El carisma de la estrella está fuera de cualquier duda. Mientras personajes como James Bond o Batman necesitan regenerarse y buscar nuevos rostros, el austriaco ha demostrado que no puede haber otro cíborg del futuro con tan buena onda.
Hubo bailes de libretos, por supuesto. Durante una temporada, la historia de 'Terminator: Génesis' tenía lugar en los años cincuenta, donde el robot de turno buscaba a los padres de Sarah Connor. También se rumoreó la participación del omnipresente Dwayne Johnson. Por supuesto, también hubo bailes en la dirección: Justin Lin fue el que más cerca estuvo de la silla de director. Tras él, Rian Johnson, Denis Villeneuve o Brett Ratner. Ang Lee perdió su segundo tren terminal, porque al final el elegido fue Alan Taylor, decisión compleja puesto que por mucho 'Juego de Tronos' que tuviera a la espalda venía de la mediocre 'Thor: El mundo oscuro'.
La televisión me preparó para Thor. Y Thor me preparó para Terminator. Aún así, no fue fácil esquivar la ansiedad que me provocaba el tamaño del proyecto, las reacciones de las redes. Me centré en las relaciones entre los personajes.
Taylor y sus guionistas, los veteranos Laeta Kalogridis y Patrick Lussier, probablemente que más aptos que los Michael Ferris y John Brancato de la película anterior, cogieron por los cuernos el primer título de James Cameron para dar una vuelta de tuerca a la franquicia. Y, de manera totalmente inesperada, el doble mortal sale bien.
James Cameron rodó la famosa secuencia inicial de 'Terminator' corriendo, con prisas, sin dinero y sin permisos. Treinta años después aquí nos tienes a nosotros, con más tiempo y mejores condiciones.
A dos semanas del estreno, Taylor aún no había hablado con Cameron, algo que sí habían hecho sus guionistas, productores y estrella principal. A pesar de lo que se ha dicho, Cameron no ve con malos ojos la película.
Empiezo a ver cosas que reconozco. Es muy respetuosa con las dos primeras películas y, de repente, se desvía. Siento que la franquicia se ha revitalizado. Si te fijas, aquellas dos películas se convirtieron en clásicos porque tenían personajes que gustaban. En mi opinión esta es la verdadera tercera película, y la historia va aún más lejos.
La idea de tomar a John Connor y convertirlo en el malo es genial, porque das un puñetazo a las expectativas.
Y es que las exigencias y el tiempo jugaron en contra del proyecto. El director reconocía más adelante que el rodaje fue demasiado estresante.
Por su parte, la estrella de la función culpa a un error de marketing en la distribución de la película respecto a una recaudación que pudo ser mejor que los 440 millones que hizo, tres veces su presupuesto.
Antes del estreno, Paramount reveló que John Connor era malo. Las consecuencias fueron muy negativas. Hubo fans indignados, malas reacciones en redes sociales. Mucha gente perdió el interés por ella antes del estreno.
A pesar de no contar con un gran respaldo por parte de la audiencia, creo que 'Terminator: Génesis' es, con mucho, la mejor y más divertida entrega de la segunda trilogía. Entre el remake y el homenaje, apoyados en un carismático líder y en un montón de ideas, buenas y malas, que retuercen el legado, se mostró viva y valiente. Una vez repasadas todas, qué cosas, el casting no luce inferior al de la anterior ni ante la que podría ser, de verdad, última entrega de la franquicia. Tal vez en quince años la gente cambie de opinión, como pasó con la entrega de Mostow, y no haya problema en reconocer que es un pasatiempo delirante lleno de universos imposibles. Pura evasión desde el cariño.
Fin de ciclo
A pesar del divertimento de Génesis, la franquicia estaba en proceso de constante desprestigio. La opinión popular estaba cada vez más convencida de que todo se había pervertido en favor del dios dinero y el productor David Ellison estaba convencido de que la única manera de solucionarlo era volver a los principios básicos.
Y ninguno tan importante como James Cameron. La franquicia necesitaba una serie de ajustes, y nadie mejor que su creador para enderezar un rumbo que se había perdido en espirales infinitas que no llevaban a ninguna parte.
¿Rehacer lo que ya estaba hecho? No, gracias. No me interesa. Todo el dilema aquí era deshacerse de lo que el público no quiere a ver otra vez y cuidarnos de no traicionarlo. Este es el desafío que plantean las secuelas en general.
Para ello David Ellison, con solo una línea de guión, propuso la entrega al director de la popular 'Deadpool', Tim Miller.
Me puse en la piel de un fan de la saga y pensé si era necesario. Pero cuando el productor me aseguró que yo era lo que necesitaban en ese momento, acepté sin dudar. ¡Y en ese momento aún no teníamos claro que Sarah Connor iba a estar de vuelta! Nos sentamos a hablar con Cameron para decidir dónde tendría que estar situada la película y en qué personaje debería centrarse.
James Cameron se implicó a fondo en el concepto y la escritura, pero no tanto en el rodaje. Sus declaraciones recientes lo dejan claro.
Nunca fui al set. Aún tengo que conocer en persona al nuevo reparto porque nunca fui al set, pero estuve muy involucrado en la escritura y estuve muy involucrado en el montaje de la película. Para mí, el montaje es una extensión de la escritura. Y el montaje no fue una experiencia agradable.
Lo cierto es que la relación entre director y productor fue un infierno, justo como hace cuarenta años, cuando Cameron era el que empezaba.
Con Schwarzenegger y Linda Hamilton a bordo, había que buscar intérpretes para los seres del futuro, con luces y sombras. Obviamente Mackenzie Davis brilla siempre, pero Gabriel Luna nunca luce realmente amenazante como nuevo enemigo invencible.
Presupuestada entre 160 y 200 millones de dólares, 'Terminator: Destino oscuro', necesitaba estar a la altura de los espectáculos que los cines están exhibiendo constantemente durante los últimos años. Y si la tercera entrega tenía un clímax a mitad de función, con una persecución inolvidable, la carretera vuelve a ser la protagonista de una secuencia de persecución que necesitó tres semanas de rodaje en Murcia. A cuarenta grados y con choques de automóviles a más de cien kilómetros por hora, fue una apuesta del todo por el todo que además servía de presentación para el regreso de Sarah Connor.
¿Por qué España y no México? Porque con los carteles de la droga y los criminales alrededor no podíamos asegurar unas medidas de seguridad efectivas.
Hamilton, Davis y Natalia Reyes forman el trío protagonista de la nueva entrega de igual modo que Jamie Lee Curtis, Judy Greer y Andi Matichak tomaban el control de la nueva entrega de 'La noche de Halloween', películas con mucho en común. Ambas franquicias reniegan de un pasado machista para poner el futuro en las manos de sus mujeres. Lo curioso es que, como también pasaba con la última entrega de 'Cazafantasmas', la película no está a la altura de lo esperado.
No parece que los resultados en taquilla vayan a permitir que el legado de la franquicia regrese a corto plazo, a pesar de que Miller tiene claro el futuro de la saga.
Si la taquilla responde, tenemos muy claro el camino a seguir para las siguientes dos películas. ¿Con Linda y Arnold? Seguramente sí en la primera, pero no en la segunda.
Tendremos que esperar a ver los resultados de su trayectoria en salas, pero los últimos apuntes indican que podría generar cien millones de dólares de pérdidas. Terminator sigue ejecutando a todo aquel que se pone por delante.
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La noticia 'Terminator': la saga sobre el fin del mundo que no supo evitar su "destino oscuro" fue publicada originalmente en Espinof por Kiko Vega .
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De: Espinof
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Autor/Editor: Kiko Vega
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Fecha: November 08, 2019 at 11:01AM
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